Por El Mundo
Extractos:
SAN SEBASTIÁN.- Mikel Otegi Unanue ―acusado de matar a dos ertzainas en
Itsasondo― fue puesto en libertad el seis de marzo de 1997 después de que un
jurado popular lo absolviera de los delitos de asesinato que se le imputaban, al
considerar que el joven no era «en absoluto» dueño de sus actos cuando disparó
contra los agentes. Meses más tarde, huyó cuando el Supremo anuló este juicio y
ordenó su repetición.
Otegi, miembro de la Gazte Asanblada, un grupo dependiente de Jarrai, había
acudido la noche anterior a los hechos juzgados a un concierto organizado por
ellos. Por la mañana, mantuvo una discusión con un ertzaina de paisano en el bar
al que había ido a desayunar y, poco después de llegar a su casa, se presentó
allí un coche con dos miembros de la Policía Autónoma. Creyendo que iban a
detenerle, cogió una escopeta y disparó contra ellos.
En su día, el dirigente abertzale Karmelo Landa respaldó al joven radical y
enmarcó los hechos dentro del «clima de tensión que se vive en Euskal Herria».
El jurado emitió su veredicto, según el cual «Mikel Otegi Unanue ha sido
declarado no culpable de los delitos de asesinato en concurso con atentado por
no ser en absoluto dueño de sus actos en el momento de cometer los hechos».
El veredicto fue dado a conocer por una agente judicial, ya que los miembros
del tribunal pidieron que la lectura del mismo se hiciera a puerta cerrada, sin
la presencia de los familiares de ninguna de las dos partes. También pidió que
se destruyeran todas las actas y documentos donde figuraran sus nombres.
Es más, los jurados solicitaron que en la sala ni siquiera hubiera agentes de
la policía autónoma vasca. De esta forma, comunicaron su veredicto únicamente
ante la presencia del juez, José Luis Barragán, el fiscal, los letrados de la
acusación y la defensa, y Otegi.
Jurado secreto
Los abogados y el fiscal ni siquiera facilitaron los datos sobre la votación
del jurado, si bien la ley establece que para absolver al inculpado tiene que
haber como mínimo cinco de los nueve votos emitidos. La acusación y el
Ministerio Fiscal podrán recurrir ante el Tribunal Superior de Justicia del País
Vasco.
Una nota hecha pública por la consejería de Interior del Gobierno vasco
desvela que fueron cinco los miembros del tribunal popular que votaron a favor
de la absolución y cuatro, los que se opusieron.
El abogado de la acusación particular, José Ricardo Palacios, y el fiscal,
Luis Navajas ―visiblemente afectado― no quisieron hacer ningún tipo de
declaración tras conocer la decisión del tribunal popular, compuesto por ocho
mujeres y un hombre. Tampoco el letrado de la defensa, Miguel Castells, hizo
ninguna manifestación, salvo ratificar, a las puertas de Martutene, la libertad
de su defendido.
Precisamente, el carácter político que desde algunos sectores se ha querido
dar a este juicio y el posible miedo de los jurados ha rodeado esta vista oral.
Y es que Mikel Otegi ha sido vinculado al mundo de la izquierda abertzale, por
lo que el alto número de excusas presentado por los candidatos a formar el
tribunal popular de este caso ―19 de las 36 personas elegidas por sorteo en un
principio presentaron alegaciones― ha sido interpretado como una señal de miedo,
que ha llegado a poner en entredicho la propia Ley del Jurado por ciertos
sectores de la judicatura y la abogacía.
Mikel Otegi Unanue, de 24 años de edad, estaba acusado de matar de sendos
disparos de escopeta a los ertzainas Iñaki Mendiluze Etxeberri, de 26 años, y
José Luis González Villanueva, de 34, el 10 de diciembre de 1995 en el caserío
familiar Oteizabal. El Ministerio Fiscal imputaba a Mikel Otegi dos delitos de
«asesinato» y uno de «atentado contra agentes de la autoridad», por los que en
sus conclusiones definitivas solicitaba 55 años de prisión para el joven,
teniendo en cuenta que en el momento de apretar el gatillo tenía su
responsabilidad entre «ligera» y «medianamente» atenuada.
Libre absolución
El abogado defensor, Miguel Castells, insistió en todo momento en que Mikel
Otegi no tenía control sobre sus actos cuando disparó contra los ertzainas y
pidió la libre absolución para su representado.
Cuando Otegi y sus familiares salieron de la penitenciaría rumbo al caserío
Oteizabal, pudieron oirse gritos de «hijos de puta» y «asesinos», provenientes
tanto del interior de la prisión de Martutene como de algunos de los coches que
formaban la comitiva de acompañamiento del joven.
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El Mundo
San Sebastián - España
22 de febrero de 2003