22/11/09

España: Las decisiones impopulares del jurado popular

Por LaRazón.es

La Razón.es
España

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El jurado popular es una institución de difícil carrera. Algunos que se sienten perjudicados por su actuación piensan que puede beneficiar a los delincuentes e incluso convertirse en un coladero de asesinos. Los jueces legos ignoran los matices. No saben de técnicas y carecen de experiencia. De modo que muchas veces pueden ser fácil pasto de los individuos a los que tienen que enfrentarse.

La madre de Nagore Laffage estaba convencida de que José Diego Yllanes, el joven psiquiatra que dio muerte a su hija en los sanfermines de 2008, sería condenado por asesinato. El chico la llevó a su piso, la golpeó, le dio muerte y le cortó el dedo índice de la mano derecha.

Después trató de desembarazarse del cadáver. Este comportamiento hace fácil presuponer alevosía y desde luego la disposición de matar. José Diego, no lo olvidemos, ha estudiado para entender los engranajes del cerebro. Sabe distinguir entre un sofoco y una ansiedad. Domina la diferencia entre la paranoia y la psicopatía. Los colegas que le han examinado dicen que no padece ningún trastorno mental.

La autopsia revela que Nagore murió tras recibir muchos golpes y que fue estrangulada con una sola mano. El tiempo que una persona tarda en morir así es anormalmente largo. También hay que tener mucha fuerza y una especial decisión de no aflojar el apretón hasta que deje de respirar. La defensa de José Diego, entre otras cosas, pretende que se le reconozca la atenuante de arrebato. Parece difícil que tanta espontaneidad se compadezca con esa forma de morir que hemos relatado. Pero son los jueces los que tienen que decidir. En este caso, jueces legos.

El caso es que José Diego gustaba a la sala. Es un chico muy guapo. Más guapo que el más guapo de los criminales de todos los tiempos, Ted Bundy, e igual de inteligente. Bundy estudiaba chino y se hizo psicólogo. Pretendía ayudar a la Policía a atrapar criminales mientras asesinaba universitarias de uno a otro confín.

Atenuante por embriaguez

El joven acabó admitiendo que dio muerte a Nagore y puso a disposición de los familiares 120.000 euros, porque el dinero no es un problema para él. Y además la cosa tuvo tanto efecto que de entrada ya se ahorró tres años en la petición fiscal, que bajó de los 20 a los 17. Para que luego digan que pobres y ricos se someten a la misma justicia. Por otro lado, y ya que el chico es simpático, se le admite la posible atenuante de intoxicación alcohólica, es decir, que mientras se debate en el Parlamento si debe ser un atenuante en los delitos de género, en éste, que es fronterizo, se valora como desengrasante.

Así que cuatro atenuantes nada menos para un homicida de suaves formas y buena familia: reparación del daño, intoxicación, arrebato y confesión, pese a que el fiscal cree que el homicida no sólo no ha ayudado, sino que ha tratado de despistar a la Justicia. En el jurado había seis mujeres y tres hombres. Ellas son más vulnerables a un determinado tipo de delincuente; en especial al que representa José Diego. De tal forma que el jurado votó que no se le impute un delito de asesinato. Nagore no fue asesinada, sino que la muerte se produjo por un homicidio; esto es, sin intención de matar. He aquí una pareja que golpea hasta hacer que sangren las orejas y mata, pero sólo le condenan a 12 años y seis meses. Tal vez se trate del mayor disgusto que da un jurado a una madre desde que se puso en marcha la institución.

Por estos días del gran fallo judicial se celebró también otra vista sobre una mujer chilena que murió quemada en Calonge (Gerona) presuntamente por su esposo, un español al parecer con antecedentes, aunque no por malos tratos. Tenía el 97 por ciento de su cuerpo quemado.

Su pareja entró igualmente en la unidad de quemados del Valle de Hebron, pero para el juicio estaba recuperado y pudo asistir. La hipótesis es que el hombre roció de gasolina a la mujer y le prendió fuego, haciendo luego lo mismo con él. La Policía investigó para saber si la mujer se arrojó al vacío o había sido empujada.

Durante el juicio, el jurado no encontró pruebas para inculpar al imputado, aunque los agentes lo pusieron a disposición judicial y el instructor lo sentó en el banquillo, por lo que fue declarado inocente y la jueza lo puso en libertad. ¿Se trata de un nuevo ejemplo de asunto que sobrepasa a los jueces legos o quizá todo fue un ejercicio de sensatez?


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Publicación: LaRazón.es
22 de noviembre de 2009

15/11/09

España: El jurado en tela de juicio

Por Noticias de Navarra

Noticias de Navarra
España
 
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El de Nagore Laffage no es el primer veredicto polémico que emite un jurado popular. En los últimos meses han sido varias las decisiones que han sorprendido a más de un tribunal. Algunas han sido anuladas.
 
"La estrangulé porque me hacía la vida imposible". Fue lo que confesó Ramón G.A. en Santander, acusado de matar a su inquilina. En sólo dos horas y media, el jurado popular decidió que era inocente. El casero, que llevaba en prisión preventiva desde julio de 2007, salió del juzgado sin esposas. "No era dueño de sus actos en el momento del hecho", decía el veredicto. Meses después, el Tribunal Superior de Cantabria anuló la sentencia y ordenó repetir el juicio.
 
Ocho de los nueve miembros del jurado popular concluyeron que el acusado no tuvo en ningún momento intención de matar a su inquilina, una mujer de 35 años que, según su relato, llevaba tres meses sin dejarle dormir porque organizaba fiestas en casa. El día del crimen no hubo fiesta: ella dormía en el sofá cuando Ramón llegó al piso. Él no podía dormir, salió de su habitación, fue al sofá y la agarró del cuello. Ella forcejeó, el casero cogió un martillo y la golpeó mientras seguía estrangulándola. Envolvió el cuerpo en una manta, lo llevó a su cuarto, limpió la sangre del suelo y se deshizo del pijama y martillo ensangrentados. Explicó que siguió viviendo en su casa hasta que el hedor del cuerpo le obligó a confesar a una vecina que su inquilina estaba muerta.
 
Meses después, en octubre de este mismo año, otro jurado popular declaró culpable de homicidio y no asesinato en Granada a un hombre de 53 años que asestó una veintena de puñaladas a una estudiante marroquí de 23 años. El jurado no consideró que el acusado quisiera "aumentar el dolor" a la víctima.
 
Más polémica ha sido otra sentencia más reciente en Catalunya. Esta misma semana, un jurado popular de Girona ha absuelto a Miguel S.G. de los delitos de asesinato, aborto e incendio. Ninguno de los miembros del jurado consideró probado que el acusado rociara con gasolina a su novia, embarazada, y le prendiera fuego. La defensa alegó que las causas del incendio se desconocían y que él intentó salvarla mientras ardía. Tras tres años en prisión preventiva, ha quedado absuelto.
 
En Vigo, hace menos de un mes el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia anunció que anulaba otra sentencia absolutoria emitida por un jurado popular. En febrero nueve ciudadanos consideraron no culpable al asesino confeso de la muerte extremadamente violenta en 2006 de Isaac Pérez Triviño y Julio Anderson. Justificó que actuó asustado por sentir que podían violarlo o matarlo. Les apuñaló 35 y 22 veces. Ahora deberá enfrentarse a un nuevo juicio.
 
 
Noticias de Navarra
15 de noviembre de 2009

2/11/09

España: "Rompí a llorar tras el veredicto; ser jurado es muy duro"

Por Noticias de Gipuzkoa

Noticias de Gipuzkoa
España

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"Al principio no me hizo mucha gracia y eso que era la primera vez en la vida que me ha tocado algo", responde Ana, nombre ficticio de esta joven que al poco de cumplir la mayoría de edad se vio inmersa en uno de los tragos más largos de su vida: fue seleccionada como miembro de jurado popular de un crimen. Al menos, esta experiencia fue didáctica, ya que cuando Ana fue elegida para ser jurado popular era estudiante de 1º de Derecho.

"Fue el primer juicio al que asistía. Para mí era todo nuevo y suponía acercarme al mundo que estaba estudiando, pero la verdad es que fue una experiencia tan positiva como dura. Muchos días después del juicio seguía dándole vueltas a la cabeza y no conseguía quitármelo", expone.

"Cuando firmé el veredicto de culpabilidad se me vino todo encima. Me pequé una llorera que no te puedes imaginar. Quizá era porque tenía 18 años, pero ese momento es muy duro. Siempre piensas que si te equivocas la decisión tomada es muy seria".

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Rompí a llorar tras el veredicto; ser jurado es muy duro
Pamplona - España

Noticias de Gipuzkoa
2 de noviembre de 2009