Por Primer Plano On Line
Primer Plano On Line Noticias Zona Oeste (Morón, Ituzaingó, Hurlingam) Pcia. de Buenos Aires - Argentina |
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En un fallo nuevamente vergonzoso y muy difícil de interpretar, un tribunal popular consideró como un accidente la muerte del adolescente Iago Ávalos en Hurlingham. Una vez más, el sistema expresa una apariencia de justicia aunque, en verdad, quedan muchas cosas por revisar después de un comportamiento que termina de esta forma.
El clima, de extrema tensión, podía percibirse en las afueras de la sala. La discusión entre los jurados fue si la muerte del muchacho de 17 años, acusado de haber hurtado las tazas del vehículo del agente policial, era saber si se trató de un homicidio agravado por el uso excesivo de la fuerza o si correspondía aplicar la figura de un homicidio culposo.
Y la determinación del jurado, tras tres horas y media de deliberación, se volcó hacia la segunda figura. O sea, el jurado popular consideró que Buscarolo no tuvo intenciones de matar a Iago sino que tiró para frenar la marcha del vehículo en que viajaba con un amigo. Y que la muerte es una consecuencia “no deseada” de su accionar, absolutamente irracional como se pudo ver a lo largo del debate que duró cuatro jornadas.
Diez de los doce integrantes del tribunal popular se volcaron por esa decisión, lo que bastó para declarar la culpabilidad del subcomisario en el hecho pero con una pena que será mucho menor a la esperada por los allegados a la víctima. En rigor, el máximo de castigo previsto para delitos de esa naturaleza es el de cinco años, y si se considera que el imputado está con arresto domiciliario desde ocurrido el hecho, la pena está prácticamente cumplida y no irá a la cárcel.
“En un juicio técnico la condena era ejemplar”, señaló el abogado de la familia Ávalos y de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), Ismael Jalil, a la salida del tribunal.
Por su parte Orlando, el papá de Iago, se manifestó “destrozado” por el fallo. “No esperábamos esto porque las pruebas eran muy contundentes, pero esta es la falsa justicia. Pero a la gente le digo que tenga cuidado de no rayarle el auto nunca porque si tiene un arma (Buscarolo) va a hacer los mismo”, describió con pesar y angustia.
Micaela Corzo, también abogada de la familia y de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), afirmó: “El jurado votó como si el homicidio hubiera sido consecuencia de una negligencia; que Buscarolo no tuvo intención de matar. En un juicio tradicional cualquier tribunal lo hubiera condenado a perpetua. Que el jurado deje en libertad a una persona que comenzó a disparar a metros de una escuela, cuando no corría riesgo su vida ni la de terceros, me resulta peligroso y triste”.
“Es una burla, no una sanción”, continuó el hombre en medio de un llanto desconsolado. Su hijo Agustín, hermano del muchacho que murió aquel 12 de mayo de 2017, calificó como “cualquier cosa” el sistema de juicio por jurados.
“La sensación que nos queda es que cualquier policía puede matar por la espalda y ser condenado como si a Iago lo hubiesen atropellado en un accidente de tránsito”, le dijo a Clarín Irina, una de las cinco hermanas de la víctima, 24 horas después de la sentencia. Y concluyó: “Nos enteramos que el jurado pidió extender el debate hasta el día siguiente, porque no podían ponerse de acuerdo. La respuesta del juzgado fue que no tenían presupuesto para pagar el hotel, y que debían resolverlo en ese momento sí o sí. Me parece un papelón que el juicio por la muerte de mi hermano haya terminado así”.
El caso
Todo ocurrió el 12 de mayo de 2017. Ese viernes, a eso del mediodía, Iago Ávalos arreglaba un auto en la puerta de su casa cuando entró para avisarles a su mamá y a sus hermanas que se iría junto a un amigo a comprar un repuesto a la zona de comercios de la Avenida Vergara, en Hurlingham.
Iago salió con el mameluco lleno de grasa, el que usaba para trabajar. Según la reconstrucción del hecho, en el camino el adolescente y su amigo, Nicolás, vieron un auto con las tasas desajustadas. Frenaron y las robaron.
El coche era el Renault Logan de Buscarolo, que almorzaba con su mujer y uno de sus hijos. Cuando su pareja le advirtió del asalto, salió a buscarlos.
Sin su teléfono celular pero con su pistola 9 milímetros, el policía se subió al auto y comenzó a perseguirlos. Los alcanzó a las cinco cuadras, a la altura de Malaespina y Verdi, en Villa Tesei.
A metros de una plaza y de una escuela primaria, sacó su arma reglamentaria y efectuó dos disparos. Uno de los tiros entró por el baúl del Renault Sandero en el que iban los dos amigos y llegó a la espalda de Iago.
Nicolás, que manejaba el coche, se acercó con las tasas y le dijo: “Disculpá, flaco, fue una picardía”. De los nervios no había escuchado los disparos. Recién se dio cuenta al mirar a Iago, que moriría minutos después.
En el auto que iba la víctima, que estaba terminando el secundario y no tenía antecedentes penales, no se encontraron armas.
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