Por Deia
Extractos:
Adolfo Bioy Casares, en La invención de Morel, hace sin pretenderlo una apología de la presunción de inocencia y una inteligente disección de las dificultades que asaltan su realización. El mundo –decía– "con el perfeccionamiento de las policías, del periodismo, de la radiotelefonía, de las aduanas, hace irreparable cualquier error de la justicia, es un infierno para los perseguidos".
En este contexto, asistimos estos días al mediático juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Córdoba por el llamado Caso Ruth y José. La desaparición en 2011 de esos dos menores de 6 y 2 años. El proceso se sigue por el sistema de jurado popular y sobre la mesa se encuentra la petición de 40 años de cárcel para el padre, acusado de dos delitos de asesinato con alevosía y la agravante de parentesco.
No es un juicio más y al margen de la validez o no del jurado popular como institución (en Euskadi tenemos casos recientes con finales escalofriantes), resulta interesante el seguimiento que algunos medios están realizando sobre el proceso y las repercusiones que sobre el transcurso del mismo están teniendo. En total, desde el primer día se han acreditado más de cien periodistas de 35 periódicos, radios y televisiones. ¿Interés informativo o espectáculo?
Hasta el momento, durante las sesiones que se han celebrado en la Audiencia Provincial con el único acusado presente, hemos asistido a la descripción de una persona (José Bretón) no al relato de lo que parece un doble asesinato. Así, hemos escuchado las declaraciones de su ex mujer, Ruth Ortiz; las de la abuela de los pequeños, las de su psiquiatra calificando su actitud de "obsesiva y dominante" o las de su cuñado. Hemos asistido al testimonio de personas que han visto algo, como los testigos que sitúan a Bretón en la finca de Las Quemadillas el día de la desaparición o el empleado de la gasolinera donde el acusado compró 200 litros de gasóleo con los que supuestamente quemó a los niños en una hoguera que prendió en su finca.
Hasta ahora los focos se han centrado en esos testimonios que argumentan que vieron algo sospechoso pero no presenciaron lo que pasó. Hasta el momento, la estrategia de la acusación ha sido la de conseguir subjetivamente que se condenara a Bretón desde los medios y el jurado. Pero, ¿se debe respetar la presunción de inocencia? Nos guste o no, el derecho a la presunción de inocencia en su vertiente periodística, debe proteger tres valores. Primero y referida a la dimensión social, la dignidad personal de todo protagonista de la información. Segundo, la protección del honor. Y tercero, la presunción de inocencia mediática debe preservar también la autoridad necesaria para poder administrar justicia con serenidad. Frente a este triple fundamento se encontraría la construcción de una sociedad en la que se parte de la base de que todo individuo es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Cuando una persona conocida aparece implicada en un acontecimiento turbio, enseguida se le pone bajo sospecha. Vivimos en la cultura de la prisa, de la imagen y de la voracidad consumidora. Juzgar rápidamente beneficia a aquellos que se creen infalibles y que desean ver al otro condenado. Lo sabe bien Dolores Vázquez, a quien un jurado declaraba culpable en 2001 de la muerte de Rocío Wanninkhof para dos años más tarde, tener que asistir a su puesta en libertad, tras hallar al verdadero autor del asesinato.
Con este escenario de fondo y volviendo a la causa contra Bretón, sería deseable dejar al margen las emociones y esperar a las pruebas periciales.
Enlace: Versión On Line
Publicación: Deia
Por Andoni Orrantia
24 de junio de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario